Luis Mayoral
por Luis Mayoral
2 minuto(s) de lectura

Categorías

En la madrugada del viernes al sábado ocurrió lo que yo no quería que pasase, pero que era inevitable. Mi abuela murió, y afortunadamente no sufrió. Aparte del cansancio emocional, este fin de semana el cansancio físico entre tanatorio, entierro, desvelo y demás ha sido bastante alto. Hoy estoy volviendo a ser más o menos normal.

Han sido tres ingresos (dos meses) estando diariamente en el hospital, ya fuera por la mañana, por la tarde o haciendo la noche (dependiendo de como nos distribuyésemos los turnos en casa). Ya me conozco enteritos los dos hospitales de Ciudad Real y el hospital de Puertollano. Si hubiese sido necesario, hubiese aguantado otros 20 años más a este ritmo. Vamos, que hubiese preferido eso antes que lo que ocurrió.

Pero vamos, como dice mi padre, la vida sigue y por lo menos puedo estar con la conciencia tranquila de que hemos hecho por ella todo lo posible. Esperemos que si de verdad hay vida después de la muerte, ella sea bien feliz allá donde esté. Se que en vida lo fue. Como la vida sigue, esta bitácora seguirá funcionando a un ritmo normal. Me servirá para olvidar un poco y desahogarme.

Ahora llegan los agradecimientos. Gracias a mis amigos, en especial a David, por el apoyo dado estos días. Gracias a Lucía, buena amiga de mi hermana, por el tiempo que ha estado con nosotros en el tanatorio y apoyandonos sobre todo a mi hermana, pero también a mi. Gracias a toda la gente que me ha llamado, intentando darme ánimos.

También gracias a Tany Online, por el regalo del Amigo Invisible 2003, que me ha animado y ha hecho que tuviese fuerzas para hoy escribir algo.

Hoy no estoy oyendo nada. El viernes por la mañana se fastidió el ordenador. Parece casi premonitorio.